La limpieza dental es la mejor manera de mantener nuestra salud dental, ya que eliminamos la placa bacteriana y el sarro en la línea de la encía o el cuello de los dientes. De esta manera ayudamos a prevenir la aparición de enfermedades como gingivitis o periodontitis que pueden derivar en la pérdida de los dientes. Además, la limpieza dental sirve también para eliminar manchas producidas por alimentos como el café o malos hábitos como el tabaco.
Pero a la hora de realizarnos una limpieza dental, hemos de tener en cuenta que ésta varía en función de cada persona y de sus hábitos de higiene bucal. También viene determinada de si estamos hablando de una boca sana o de si posee algún tipo de enfermedad periodontal, ya que en este último caso, la limpieza debería ser más profunda y con mayor asiduidad.
Tipos de limpiezas dentales
En realidad existen distintos tipos de limpiezas dentales que van en función de la profundidad con la que se realiza.
Limpieza sencilla
Este tipo de limpieza dental es la que se utiliza para eliminar la placa bacteriana, las manchas que se sitúan sobre y entre los dientes y los cálculos supragingivales. Normalmente no requiere anestesia a no ser que el paciente sufra algún tipo de enfermedad como la gingivitis ya que los tejidos que circundan el diente se encuentran inflamados.
Limpieza Semi-profunda
Este tipo de limpieza se recomienda a pacientes que llevan mucho tiempo sin hacerse una limpieza dental y tienen acumulados muchos cálculos y sus encías se encuentran inflamadas y sangran.
El objetivo de esta limpieza es conocer el estado periodontal del paciente que volverá a ser evaluado a la vuelta de un més para determinar si necesita una limpieza dental profunda.
En los casos más severos se necesitan un par de limpiezas semi-profundas para acabar con las manchas, sarro y la placa. Lo normal es aplicar anestesia localizada para poder limpiar bien debajo de los tejidos sin provocar dolor.
Limpieza Profunda
En los casos en los que el paciente sufre una enfermedad periodontal, movilidad dental, bolsas periodontales, halitosis, sangrado de las encías, etc hay que recurrir a la limpieza profunda. En estos casos hay que anestesiar la parte afectada para evitar el dolor.
Esta limpieza profunda también se denomina como raspado y alisado radicular y lo normal es que se realice en varias sesiones y se recomiende utilizar enjuagues bucales que posean antibióticos para contener la infección.
Limpieza de mantenimiento periodontal
Este tipo de limpieza se realiza tras un tratamiento de limpieza profunda para mantener los resultados obtenidos y conseguir estabilizar la enfermedad. Lo ideal es acudir a revisión como mínimo 2 veces al año y realizarse una limpieza de mantenimiento aunque sea una vez al año.
En cualquier caso, debe ser el odontólogo quien decida qué tipo de limpieza es más conveniente para cada paciente, tras haber realizado un exhaustivo examen del tejido periodontal.
Nuestro consejo; revisa tus dientes al menos 2 veces al año realiza una limpieza dental anual para mantener una boca limpia y sana.
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